Fon Román: La chispa, la llama y el humo
Arancha Moreno, Directora de Efeeme.com
Octubre de 2019
Llevábamos ocho años sin tener noticias discográficas de Fon Román. Después de su paso por Piratas, donde fue guitarrista y compositor, se embarcó en Trash of Dreams, un proyecto de carácter experimental que compartió con el músico y productor Suso Saiz. En 2006 despegó como solista con Silencio cómodo en un jardín descuidado, al que siguió Entretelas (2011), y tiempo después dejó Vigo, cruzó el charco y se instaló en Ciudad de México. No compró billete de vuelta, pero ahora regresa a nuestro país con un nuevo disco bajo el brazo: La chispa, la llama y el humo.
“En México busqué dejar todo atrás, ir a un país nuevo, a ver qué me ofrecía. Una revolución personal siempre genera semillas musicales, vivencias”, explica Fon sobre su cambio de vida. Pasó una etapa alejado de la composición, tanto, que tardó más de dos años en terminar una canción. El músico Thomas Cathomen, a quien produjo un disco, le empujó a retomar la tarea creativa y trabajar en cientos de ideas sueltas. Animado a ello, dejó la ciudad en busca de un refugio donde dar vida a sus nuevas canciones. “Me fui a una casa solo, a las afueras de México, a cuatro horas de la ciudad, para aislarme e intentar componer”, cuenta Fon. Allí se enfrentó al miedo irracional de estar absolutamente solo en mitad de un bosque y brotaron canciones como “El equilibrio es posible” o “La chispa”. Esta última le dio la pista para crear el concepto del disco.
La chispa, la llama y el humo es un homenaje a la vida en sus diferentes fases: el inicio (la chispa), el tiempo que pasa (la llama) y lo que se extingue (el humo). Tres símbolos que sujetan un disco minimalista y sobrecogedor en el que expone una mirada nueva y serena arropada por una musicalidad en la que siguen presentes sus cuidadas guitarras, entremezcladas inconscientemente con otros ritmos. Sobre su mesa se apilaban discos de Radiohead (In rainbows) y Wilco (Sky blue sky) junto a los de maestros como Serge Gainsbourg, Phil Spector o Frank Sinatra, que de alguna forma han marcado el enfoque clásico de la tímbrica y los arreglos de este disco. Y para grabarlo se ha apoyado en el productor Gustavo Guerrero (Natalia Lafourcade) y se ha rodeado de músicos de México, Argentina, Cuba o Venezuela, una amalgama de procedencias que se han filtrado inconscientemente en las composiciones.
Dice Fon que las once canciones que conforman su tercer disco tienen “ese punto de corazón abierto, unas letras muy directas, una parte bastante luminosa”. Quizá por eso en la fase de grabación se sentía a flor de piel: “Yo no dormía nada, no dormía más de tres horas diarias, llegué a un estado de alteración emocional, Gustavo (Guerrero) y yo estábamos llorando cada dos por tres en el estudio, fue desgarrador”.
Entre esa colección de canciones están “La chispa”, que bebe armónicamente de los crooners de los años 50 y tímbricamente posee algún aire más latino. Una composición sobre “lo que hemos sentido la primera vez: el primer beso, el primer amor, todos los instantes que llegan de una manera súbita y nos desbordan”. En la siguiente, “Lo que no soy capaz”, palpitan constantemente un bombo cuadrado y un bajo, como un corazón latiendo. Aquí, y en otras muchas, la letra se transmite también desde la música: “El tema de abrir el corazón está muy presente en el disco.